La importancia de la visita de los “dreamers” a México después de la Era Trump y ¡otra vez con visa!

Por Gonzalo Santos, NorteAmérica – 17 mayo, 2021

He recibido con gran alegría y orgullo la noticia que los 80 jóvenes Soñadores integrantes del Programa de Intercambio de Verano 2021, organizado por el Centro de Estudios California-México [CECM], con el que estoy asociado, fueron por fin aprobados por las autoridades migratorias estadounidenses para viajar a México, y ya salió el primer grupo ayer domingo.

No voy a entrar en detalles sobre lo que yo considero es indudablemente el mejor modelo de programas de intercambio internacional para Soñadores, ni el gran beneficio personal que le ha traído a sus participantes y a sus familias. Todo eso está ya bien documentado en la revista electrónica del CECM, El Magonista.

Lo que abordaré es su significado más amplio, en el contexto de la larga y ardua lucha por la justica para migrantes, y sus prospectos futuros tanto en EU como en México y Centroamérica.

Para empezar, el tema de los Soñadores tiene tres aspectos singulares, lo que hace que todo lo que les suceda sea significativo para los otros aspectos de la migración regional en Norteamérica: primero, su transparencia y claridad moral – inmune a toda distorsión por parte de los xenófobos para criminalizarlos.

De hecho, lo que más ha protegido a los Soñadores en las últimas dos décadas de lucha, ha sido su innegable inocencia y humanidad, al haber arribado de menores de edad a EU. 

En el pasado, la migra los detenía y deportaba con impunidad, pero desde que surgieron las redes sociales los gobiernos expulsores han sido inmediatamente expuestos a intensas denuncias y condenas.

Hoy queda claro el innegable derecho humano de los Soñadores a visitar a sus familiares en sus naciones de origen, y poder retornar a sus familiares en Estados Unidos. Esa es la base moral de los viajes individuales y programas de viajes educacionales y humanitarios de Soñadores desde el 2012, amparados por el programa DACA que ha beneficiado a más de 45,000 Soñadores. 

El régimen de Donald Trump, como sabemos, intentó abolir DACA – sin éxito al final de cuentas – pero sí logró suspender la visa de Advanced Parole para que los soñadores pudiesen viajar.

Joe Biden, cuando entró a la Casa Blanca, inmediatamente reinstauró DACA y volvió a autorizar las visas para que los Soñadores pudiesen viajar al exterior. Pero las inercias burocráticas y tal vez la timidez política bloquearon el otorgamiento oportuno de estas visas a los solicitantes – el caso del programa del CECM, cuyos permisos estuvieron estancados por más de 7 meses. Se requirió una demanda legal y el apoyo de docenas de congresistas para destrabar y otorgar las visas.

La importancia del litigio que entabló el CECM es que demuestra una vez más otro de los aspectos sobresalientes de los Soñadores: son uno de los sectores sociales más audaces y combativos en el inmenso movimiento pro-migrante.

No solo están dispuestos a ejercer sus derechos humanos, sino que mantienen su autonomía y de ser necesario están dispuestos a desafiar – en las cortes o en las calles – a gobiernos hostiles o supuestamente aliados.

En este caso, le tuvieron que dar un “buen empujón” a la administración Biden para les otorgaran sus permisos de viajes.

Los otros sectores migrantes – agrícolas, TPSeros, refugiados y solicitantes de asilo, etcétera – deben tomar nota que tomarle la palabra y depositarle toda la confianza a la nueva administración demócrata, y esperar para que se les haga justicia desde arriba, no es suficiente ni recomendable.

Ya tuvimos esa amarga experiencia en el pasado. Se requiere, como en el caso del CECM mucha vigilancia, la constante movilización de aliados, y de ser necesario, la presión directa – en las cortes o en las calles – para hacer que los avances ocurran sin dilataciones injustificadas. 

Lo que va a pasar con las propuestas de leyes actualmente ante el Congreso, y los acuerdos diplomáticos entre los gobiernos de Norteamérica, para hacer los urgentes y justos cambios en el régimen migratorio que urgentemente requiere la región va a depender mucho del protagonismo de los sectores migrantes organizados, su empuje y determinación, su autonomía y audacia, su militancia y desafíos, para llevar a buen puerto estas propuestas e iniciativas diplomáticas, y prevenir, como en tantas otra ocasiones, su estancamiento, descarrilamiento, o dilución.

Para que se muevan las ruedas arriba en la Acrópolis, se requiere que se manifieste robustamente la Cratia de los Demos – el Poder Popular. Desde el 2006, y aun antes, los migrantes han aparecido en el escenario de la historia como un nuevo sujeto histórico que demanda sus derechos. Eso es lo que realmente empujará a los gobiernos a actuar para otorgárselos.

Finalmente, viendo hacia el futuro, los Soñadores, como ciudadanos binacionales, son los embajadores y arquitectos del futuro de Norteamérica.

Ellos encarnan ese futuro posible para todos, donde las amuralladas y militarizadas fronteras entre naciones-estado que bloquean la movilidad humana en nuestro continente se vuelvan tan simbólicas e irrelevantes como hoy ya lo son para el capital transnacional y su comercio internacional, para la tecnología y la ciencia, y para la cultura global cada vez más compartida.

Invertir en intercambios familiares y viajes de estudios de los 2.4 millones de soñadores residentes en Estados Unidos es apostarle a desarrollar el capital humano que nos conectará a todos en nuevo y más elevado plano social, con nuevas y extendidas definiciones de ciudadanía y pertenencia, más allá de las anticuadas geografías políticas.

Programas como los del CECM siembran las semillas del futuro de toda Norteamérica. Merecen el apoyo visionario de todas las instituciones educativas y civiles, los gobiernos y las corporaciones, como parte del gran proyecto de integrar cabalmente el continente que, al final de cuentas, compartimos. Manos a la obra, y felicidades a los Soñadores del programa de estudios en México del CECM 2021.

¡Sí se pudo!

Por Gonzalo Santos, NorteAmérica – 17 mayo, 2021