Por Isabel Medina Ruiz, Exclusivo para El Magonista

50º Aniversario de Estudios Chicanos en EEUU ~ 28 de Octubre de 2019

La rica historia de la comunidad chicana es poco conocida en México, debido a la falta de investigación, análisis y escasa literatura respecto al tema. Son pocos los investigadores y académicos que se dan a la tarea de investigar, discutir, enseñar y presentar estudios sobre “los otros mexicanos”.

A principios de la década de 1970 el Dr. Jorge Bustamante, profesor emérito y fundador del Colegio de la Frontera Norte, presentó un proyecto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM para crear un curso sobre Estudios Chicanos; sin embargo, fue rechazado por el Comité Técnico. Un miembro del Comité le explicó por medio de una carta que no podían introducir un curso que era muy formal en la curricula de la Facultad porque “eso de los chicanos era un tema pasajero, que estaba solamente de moda” (Bustamante, 2019). Desde ese entonces existía una ignorancia e indiferencia generalizada (con excepciones) por parte tanto de la sociedad civil tanto en Estados Unidos como en México. El Dr. Bustamante fue uno de los pioneros en escribir y presentar artículos sobre la comunidad chicana en la revista Siempre. Entre sus publicaciones encontramos: Chicanos: biografía de una toma de conciencia (1975), Frontera, indocumentados y movimientos chicanos, el capítulo especial “Población de origen mexicano en los Estados Unidos: Chicanos”, que forma parte de la Bibliografía general sobre estudios fronterizos compilada por Jorge Bustamante y Francisco Malagamba en 1980, entre otros importantes trabajos.

 Por su parte, el destacado investigador Juan Manuel Sandoval Palacios, quién se doctoró en Antropología en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), y participó en el Movimiento Estudiantil Chicano en Los Ángeles, dirige un espacio de estudios chicanos desde hace más de 30 años en el Seminario Permanente de Estudios Chicanos y de Fronteras. Este Seminario fue creado en septiembre de 1982 por parte de un grupo de investigadores de la Dirección de Etnología y Antropología Social (DEAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y otros centros de trabajo, así como de estudiantes mexicanos y chicanos de diversas partes del suroeste estadounidense que se encontraban en México en ese entonces.  Este espacio es único en todo México y cuenta con un acervo de miles de libros, revistas y otros documentos, el cual se ha ido conformado con donaciones personales de distintos investigadores e instituciones (INAH). Entre los importantes trabajos del Dr. Sandoval destaca: Frontera norte: chicanos, pachucos y cholos (1989).

También cabe mencionar las contribuciones para la difusión de la cultura chicana del Dr. Axel Ramírez, integrante del Centro de Investigaciones sobre América Latina y del Caribe de la Máxima Casa de Estudios. Este destacado académico ha centrado su línea de investigación en el estudio de la migración entre América Latina y los Estados Unidos, con especial énfasis en la identidad y las producciones culturales realizadas por la comunidad chicana. En el año de 1987, fundó el Área de Estudios Chicanos en el Centro de Enseñanza para Extranjeros de la UNAM, en donde organizó los denominados Encuentros Chicanos (Fundación UNAM). Ha publicado: Encuentro Chicano México 1987, Memorias (1988). Encuentro Chicano México 1988, Memoria (1992), La comunidad chicana en Estados Unidos: Retrospectiva Histórica (1992). Chicanos el orgullo de ser, Memorias del Encuentro Chicano México 1990 (1992) y la tesis de Doctorado: Conciencia política y autoconciencia: los chicanos en una sociedad cambiante en 1994.

Además, existe un curso de literatura chicana que imparte Claire Joysmith dentro de un Diplomado del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM y nada más. Desafortunadamente no es común que instituciones de educación superior enseñen sobre la historia y cultura chicana.

A partir de la década de los noventa, contados estudiantes de licenciatura, maestría y doctorado de la UNAM, Colegio de México y Colegio de la Frontera Norte se han enfocado en estudios chicanos.

La comunidad chicana merece todo el reconocimiento de México ante la creciente importancia y al potencial de la población de origen mexicano en Estados Unidos. Además, han hecho heroicos esfuerzos por mantener y preservar la historia, las tradiciones y costumbres mexicanas en un ambiente tan hostil y discriminatorio. Es admirable su gran espíritu de resistencia. Asimismo, la comunidad académica chicana busca y desea que sus trabajos sean conocidos y discutidos en México.

Por lo que el propósito de este estudio es contribuir de alguna manera presentando aspectos clave de las problemáticas, desafíos, retos y logros de la comunidad chicana, en particular en el estado de California y, sobre todo el anhelo ferviente de despertar el interés de distintos sectores mexicanos dentro y fuera de la academia, así como fomentar el intercambio estudiantil y académico en ambos lados de la frontera, estrechando lazos entre la comunidad chicana y México.

Para comprender esta historia es necesario comenzar explicando quiénes son los chicanos y hacer un breve recuento del Movimiento Chicano de las décadas de 1960 y 1970 y sus aportes.

¿Quiénes son los chicanos?

La palabra “chicano” comparte un origen náhuatl con “México” y “mexicano”, entre otras, que es Mexica (pronunciado [me’shi.ka]), el nombre que empleaban los aztecas para indicar su territorio, que hoy en día es una parte  de México. Una de las teorías más claras para explicar el origen etimológico de la palabra “chicano” menciona que se trata de una derivación del término mexicano. De la voz mexicano, se derivó xicano y, como la pronunciación de la x a veces cambia a ch, se obtiene como resultado, la de chicano (Portal de Cultura Chicana). 

Este término, en su larga existencia, ha tenido diferentes significados. En un principio se llamaron chicanos a aquellos mexicanos que quedaron en los territorios de Estados Unidos que en el pasado pertenecieron a México (Texas, California, Nuevo México, Arizona, Utah, Nevada y Colorado).

Tino Villanueva, señala que “chicano tenía un significado peyorativo usado para designar a un mexicano de clase inferior, entendiendo por mexicano a un ciudadano estadounidense de ascendencia mexicana, fuese oriundo de los Estados Unidos o ciudadano ya naturalizado (Villanueva, 1985). Chicano implicaba, por otro lado, una categoría social de bajo estatus para referirse a un obrero eventual, transitorio, básicamente asignado a las labores agrícolas, relegado por ello a una categoría secundaria (Ramírez, 2003).

Entre 1960 y 1970, cientos de mexicoamericanos se organizaron políticamente para luchar por la igualdad de derechos, por la justicia social y por la desaparición de la violencia y brutalidad policiaca en la comunidad mexicana. En ese entonces se relacionaba el término chicano con los mexicanos de clase baja y expresaba la identificación de la persona con lo indio mexicano (Cruz-Manjarréz, 2015: 95).

A partir del Movimiento Chicano adquirió una connotación de orgullo étnico y solidaridad social; así como un desafío y aserción identitaria y un intento de redefinirse a ellos mismos con base en sus propios criterios (Gutiérrez, 1995: 184). Históricamente, el ser chicano se ha construido dentro de una “visión cuasi nacionalista […] que enfatiza una ascendencia precolombina, nativa, pero al mismo tiempo disminuye o incluso rechaza su conexión con la cultura y la sociedad estadounidense (Gutiérrez, 1995: 185). Los chicanos consideran que su lucha política en nombre de los derechos de los mexicanos migrantes debe ser tan importante como lo es la lucha de los estadounidenses de ascendencia mexicana. (Cruz-Manjarréz, 2015: 96).

En el caso particular de Los Ángeles, California, a través de entrevistas que estuve realizando  a distintas académicas y académicos de las Universidades de California, Los Ángeles (UCLA), Cal State Northridge (CUSN) y Cal State Los Ángeles (CUSLA), coincidieron con lo siguiente: “lo que se necesita para ser chicano (a) es tener conciencia política y social, no solo la identidad étnica, cuando acepto el nombre de chicano (a) acepto la responsabilidad de cambiar la sociedad de Estados Unidos para mejorar las condiciones de nuestra gente. Es una identidad con conciencia histórica y que comunica la resistencia”.

El Movimiento Chicano de los Derechos Civiles 

El Movimiento Chicano de las décadas de 1960 y 1970, fue influenciado por el Movimiento Afroamericano encabezado por Martin Luther King y por la situación de discriminación y desigualdad estructural de la comunidad mexicoamericana en la sociedad estadounidense: Fue un movimiento por los derechos civiles cuyo objetivo era empoderar a la población de mexicanos residentes y nacidos en Estados Unidos, inmigrantes documentados e indocumentados de origen mexicano, así como los hijos de estos inmigrantes.

El movimiento daba voz a una amplia variedad de problemas y demandas de la población mexicana en Estados Unidos, desde el reclamo de las tierras despojadas a los descendientes de mexicanos, como resultado de la guerra entre México y Estados Unidos (1846-1848), la desigualdad racial y de género, hasta la reivindicación de los derechos de los trabajadores agrarios, el derecho a una educación de calidad, el derecho al voto y otros derechos ciudadanos, entre otras demandas; los activistas chicanos también llevaban a cabo labores de concienciación sobre la historia colectiva de los mexicoamericanos. Desde un punto de vista social, el Movimiento Chicano luchó contra los estereotipos negativos de los hispanos y latinoamericanos presentes en la conciencia colectiva y los medios de comunicación estadounidenses.

El Movimiento Chicano era una combinación de varios movimientos que los historiadores han dividido en cuatro componentes básicos: un movimiento juvenil que aparece en la lucha contra la discriminación en las escuelas; el movimiento de trabajadores agrícolas; el movimiento para obtener poder político, notablemente en la formación del partido de La Raza Unida; y la lucha por el control y por poseer viviendas que se encuentran en la parte Suroeste de los Estados Unidos (Brown edu) Asimismo, este movimiento evolucionó de varias luchas con líderes específicos, agendas, estrategias y tácticas organizacionales que se explicarán a continuación.

Movimiento de Concesión de Tierras de Nuevo México

Este movimiento fue encabezado por Reies López Tijerina, quién peleó por los derechos de los mexicanos desposeídos, cuyas tierras habían sido perdidas después de la Guerra México-Estados Unidos y la firma del Tratado Guadalupe-Hidalgo. Este tratado, firmado el 2 de febrero de 1848, estableció que México cediera a los norteamericanos casi la mitad de su territorio, como compensación, Estados Unidos pagó 15 millones de dólares por daños al territorio mexicano durante la guerra. 

Entre los aspectos más importantes del Tratado, se encuentran los siguientes: se estableció al Río Bravo del Norte o Río Grande como la línea divisoria entre Texas y México; y se estipuló la protección de los derechos civiles y de propiedad de los mexicanos que permanecieron en el nuevo territorio estadounidense. De igual forma, Estados Unidos aceptó patrullar su lado de la frontera y los dos países aceptaron dirimir disputas futuras bajo arbitraje obligatorio (Mintz, 2000). Sin embargo, cuando el Senado estadounidense ratificó el Tratado, eliminó el artículo 10, el cual garantizaba la protección de las concesiones de tierras dadas a los mexicanos por los gobiernos de España y México.  También debilitó el artículo 9, el cual garantizaba los derechos civiles de los mexicanos en los territorios cedidos y se establecía su igualdad con los derechos políticos con los otros habitantes de los Estados Unidos de América.

Así que, López Tijerina intentó recuperar las tierras arrebatadas y viajó a México y a España para obtener los documentos que acreditaran la posesión de esas tierras a sus dueños originales o a sus descendientes, enfrentándose legalmente a los grupos más poderosos del norte de Nuevo México. En 1963, fundó La Alianza, un grupo que organizaría y presentaría a los herederos de las concesiones de tierras protegidas por el Tratado Guadalupe-Hidalgo, el medio para recuperar sus derechos sobre esos terrenos. En un año se habían unido unas 6 mil personas. En 1965, eran 14 mil los aliancistas y para la convención del siguiente año, las filas de la organización contaban con 20,000 personas (Alarcón, 2011).

El 5 de junio de 1967, el legendario líder chicano, Reies López Tijerina (también llamado King Tiger), encabezó el asalto a la Corte del condado de Río Arriba, en la comunidad de Tierra Amarilla, Nuevo México, con la intención de liberar a algunos compañeros arrestados en una disputa precisamente por concesión de tierras (Contreras 2018). Fue el evento armado más importante del movimiento chicano que inspiraría a estudiantes universitarios de origen mexicano que se identificaron con el mensaje de Tijerina del desplazamiento de los mexicoamericanos y que a su vez se conectaría con la lucha por los derechos civiles a escala nacional.

Movimiento de Trabajadores Agrícolas

En la historia de Estados Unidos, la década entre 1956 y 1966, estuvo marcada por el surgimiento de movimientos que luchaban por los derechos civiles, por las tensiones generadas por la Guerra Fría y por el desarrollo de la Guerra de Vietnam.

A partir del año de 1942, el Programa Bracero había contratado mano de obra mexicana para trabajar en los campos del Suroeste de la Unión Americana. Fue un modelo de explotación extremo que dejaba en manos de particulares la contratación, el traslado, el salario, el control interno de los campamentos y las cargas de trabajo (Durand, 2007:28). Los campesinos eran expuestos a largas horas de trabajo, sin pago de compensaciones, seguro de desempleo y otros beneficios de protección social. Una vez concluido el Programa Bracero en el año de 1964, las condiciones infrahumanas y deplorables de trabajo persistieron en los campesinos locales e inmigrantes.

Inspirados en el desarrollo de otros movimientos laborales en Estados Unidos, en 1962 surgió la National Farm Workers Association, más conocida por el nombre que recibió más tarde: United Farm Workers (UFW). En esta organización Dolores Huerta y César Chávez, los principales activistas que representaban a la población de trabajadores del campo del Valle en el Centro de California, comenzaron a organizar a los trabajadores a través de la concientización de sus derechos, ofreciendo algunos servicios como préstamos, centros para mejorar la calidad de vida de los trabajadores y sus familias, clases de inglés e incluso seguros para recibir ayuda para pagar funerales (La Opinión, 2016).

La huelga de uvas en Delano fue hecha por el Comité Organizador de Trabajadores Agrícolas (Agricultural Workers Organizing Committe) y el Comité Organizador de Trabajadores Agrícolas Unidos (United Farm Workers) contra los sembradores de uvas en California, La huelga empezó en septiembre de 1965, y duró más de cinco años. La huelga comenzó cuando el Comité Organizador de Trabajadores Agrícolas, que eran la mayoría obreros filipinos en Delano, California, marcharon de los campos agrícolas de los productores de uva de mesa en la zona, exigiendo que los salarios fueran equivalentes al salario mínimo federal (Wever, 1996). Una semana después de que la huelga empezó, la Asociación Nacional de Trabajadores Agrícolas – en su mayoría mexicoamericanos, y dirigidos por César Chávez y Dolores Huerta – se unió a la huelga y finalmente los dos grupos se fusionaron, y formaron el Comité Organizador de Trabajadores Agrícolas de América en agosto de 1966 (Wever, 1996). 

Estas huelgas, boicots y victorias contra los estados de agronegocios se convertirían en el alma e inspiración del Movimiento Chicano, así como símbolo nacional e internacional de la lucha por la justicia social y la igualdad de derechos (García, 1997:2).  A través de sus esfuerzos de base – usando boicots de consumo, marchas, organización comunitaria y resistencia pacífica – el movimiento ganó la atención nacional por la difícil situación de algunos trabajadores, quienes eran los peor pagados de la nación.

La Cruzada Urbana de Colorado para la Justicia

La Cruzada por la Justicia estuvo marcada por ser un derecho urbano y un movimiento cultural. El movimiento comenzó en Denver, Colorado durante el año de 1965. La Cruzada por la Justicia se enfocó en buscar justicia para los chicanos y apoyar la causa estudiantil en los años sesenta. La Cruzada por la Justicia, así como la Organización Juvenil Mexico-Americana (MAYO, por sus siglas en inglés), se oponen a los incidentes de brutalidad policial en favor de los chicanos. Otro aspecto importante fue su fuerte oposición a la Guerra de Vietnam. Rodolfo “Corky” Gonzáles fue el principal líder y fundador del Movimiento de la Cruzada por la Justicia; sin embargo, también cabe destacar a trabajadoras como Juanita Domínguez, Priscila Salazar y Marcela Lucero Trujillo.

En marzo de 1969, se convocó a la Conferencia Nacional Chicana de Liberación Juvenil, a la que asistieron muchos futuros activistas y artistas chicanos (Mariscal 2005).  Durante esta Conferencia, organizada en Denver, Colorado, se promulgó El Plan Espiritual de Aztlán, producido y adoptado como el manifiesto del Movimiento Chicano (Colorado Encyclopedia), el cual establece que el chicano (La Raza de Bronce) debe usar su nacionalismo como la clave o el común denominador para la movilización y organización masiva. Una vez que se comprometan con la idea y filosofía de el Plan Espiritual de Aztlán, se puede concluir que la independencia social, económica, cultural y política es el único camino para la total liberación de la opresión, la explotación y racismo.

De acuerdo con el historiador Vigil, Gonzáles admiraba profundamente al revolucionario mexicano Emiliano Zapata. Al igual que Zapata, Corky Gonzáles ayudaría a transformar una comunidad que había sido explotada y tratada como inferior durante más de un siglo (Mariscal, 2005). En su influyente poema “I am Joaquin” (Soy Joaquín), publicado en 1967, se cuenta la historia de Joaquin, quien viaja a través de la historia, comenzando como azteca, luego como mexicano y finalmente como chicano en Estados Unidos; también habla de las luchas que los chicanos han enfrentado para tratar de alcanzar la justicia económica y la igualdad de derechos en este país.  Además, llamaba a los jóvenes chicanos a hallar fuerza y orgullo en su cultura e historia. I am Joaquin es una de las obras más relacionadas con el movimiento.

La Raza Unida Party

Durante el activismo político de 1960, el pueblo mexicoamericano se dio cuenta que el mecanismo político principal solo había servido para cometer abusos y manipularlos. Después de una toma de conciencia de la situación, finalmente llegaron a la conclusión de que la única solución a su condición política, social y económica era organizar un partido político independiente.

El Partido Raza Unida, fue fundado por José Ángel Gutiérrez el 17 de enero de 1970 en una reunión de 300 mexicoamericanos en Campestre Hall en Crystal City, Texas (Texas State Historical Association). En 1972 se celebró la Primera Convención Nacional del Partido La Raza Unida, y José Ángel Gutiérrez fue elegido Presidente Nacional del Partido.  Desde 1970 hasta 1980, el Partido estuvo involucrado en cuestiones electorales, laborales y sociales (La Raza Unida Party).

 Después de su establecimiento en Texas, el partido lanzó campañas electorales en Colorado, Arizona, Nuevo México y California, aunque solo obtuvo el estatus de partido oficial en para las carreras estatales de Texas.

Movimiento Estudiantil Chicano

El 1º de marzo de 1968 alrededor de 10 mil estudiantes chicanos salieron a las calles de Los Ángeles para reivindicar medidas ante el elevado fracaso escolar de los barrios latinos y para reclamar mejoras en sus centros, educación bilingüe y que terminaran las actitudes racistas de los profesores. Alumnos de institutos con amplia población latina como los de Lincoln, Roosevelt o Garfield encabezaron unas marchas que durarían varios días y que finalmente lograrían que las autoridades escolares escucharan sus demandas.

A mediados de la década de 1960, cuando los chicanos comenzaron a matricularse en los campus de California en números de acción post afirmativa, no había ningún Centro de Investigación Chicano, dormitorios, casas temáticas, Departamentos o clases de Estudios Chicanos, ni ninguna organización de estudiantes chicanos (Rentería, 1993: 13). Hasta principios de los años setenta, el número de estudiantes chicanos era mínimo. En Stanford, por ejemplo, en 1968 había cincuenta y siete estudiantes chicanos graduados y no graduados. El año siguiente había aproximadamente 160. No fue hasta 1974 que hubo aproximadamente 600 estudiantes chicanos en el campus de un total de aproximadamente 10,000 estudiantes (Rentería, 1993: 14). El sentimiento de ser una minoría no era meramente un sentimiento; fue un hecho abrumador durante muchos años.

Preocupados por las oportunidades educativas limitadas que experimentaban los mexicoamericanos de clase trabajadora, las organizaciones de estudiantes chicanos tales como La Vida Nueva, the United Mexican American Students (UMAS) y El Movimiento Estudiantil Chicano de Aztlán (MEChA), participaron en una protesta de acción directa para exigir una educación equitativa y significativa que los prepararía para convertirse en profesionales y líderes, dedicados a mejorar las condiciones políticas y económicas de su comunidad. Los activistas generalmente centraron sus energías organizativas y sus actividades de protesta en las demandas de mayor acceso a la educación superior y la ayuda financiera, la mayor contratación de personal y profesores chicanos; así como el establecimiento de los Departamentos de Estudios Chicanos y la financiación de servicios estudiantiles, tales como el Programa de Oportunidades Educativas (EOP, por sus siglas en inglés) (Moreno, 2009: 4).

Para 1966, los estudiantes de varias escuelas de California comenzaron a coordinar las organizaciones políticas de estudiantes chicanos y en 1969, en el Consejo Chicano de Educación Superior (Chicano Council on Higher Education, CCHE) en la Conferencia de Santa Bárbara, ubicaron a todas las organizaciones del campus bajo un nombre Movimiento Estudiantil Chicano de Aztlán o MEChA (Muñoz, 1989: 75).

El Movimiento Estudiantil Chicano de Aztlán fue el resultado de dos conferencias a finales de 1960: la First National Chicano Liberation Youth Conference (Primera Conferencia Nacional Juvenil para la Liberación Chicana), celebrada en marzo de 1969, en Denver, Colorado, en el que se elaboró el Plan Espiritual de Aztlán; y un simposium realizados en la Universidad de California, Santa Bárbara al mes siguiente, del que salió el Plan Espiritual de Santa Bárbara, que es un documento de 155 páginas, y en donde se estipula el inicio de los programas de Estudios Chicanos/as en colegios y universidades de todo Estados Unidos. Ambos documentos delinean las metas del movimiento chicano y son base de la organización MEChA. 

En Stanford, la Confederación de Estudiantes Mexicoamericanos (MASC, por sus siglas en inglés) fundada en 1967 fue reemplazada por MEChA en 1969, con una agenda política centrada principalmente en la educación como un sitio de poder que había que ser disputado. Este nuevo liderazgo trajo como consecuencia cambios importantes, consiguió que se abrieran espacios en las Universidades de todo el país, para que estudiantes chicanos pudieran acceder a instituciones de educación superior en Estados Unidos. La cantidad de jóvenes latinos que han podido ingresar al nivel superior se ha incrementado de manera considerable; así como la implementación de los estudios chicanos en distintos campus de las universidades de Estados Unidos, principalmente en California.

 

California un estado excepcional

El estado de California se caracteriza por tener una población multicultural, tiene una población aproximada de 39.6 millones de habitantes, según el censo de 2016 (La Opinión, 2017), de los cuales 15.4 millones son latinos, es decir, el 39% total de la población y aproximadamente el 84% de estos son mexicanos o de origen mexicano, es decir, 12.9 millones de habitantes (Medina, 2017).

El área metropolitana de Los Ángeles, el condado más poblado de Estados Unidos, es la segunda zona urbana del mundo con más mexicanos después de la Ciudad de México, tiene una población de 10,170,292 habitantes, de los cuales 4,922,421 son latinos, es decir, el 48.4% total de la población de Los Ángeles.

El auge de la población latina en los últimos años en California ha provocado importantes cambios políticos. Los rostros latinos, y en particular los de los chicanos, cada vez ocupan más espacios de poder.

Además, cabe resaltar que California ha tenido una amplísima trayectoria histórica de resistencia chicana en contra del colonialismo anglosajón desde la guerra entre México y Estados Unidos de 1846-1848 hasta nuestros días.

Hoy por hoy, California es un estado en donde existe un acelerado activismo por parte de la población de origen mexicano. A partir del Movimiento Chicano por los Derechos Civiles de 1960 y 1970 ocurrieron ahí cambios y logros sumamente notables. César Chávez y Dolores Huerta, iconos de “La Causa” iniciaron su lucha laboral en el norte de California al fundar el primer Sindicato de Trabajadores Agrícolas (UFW) en Estados Unidos con el objetivo fundamental de que los trabajadores del campo obtuvieran un mejor pago y mejorar las condiciones de trabajo. El Movimiento Estudiantil Chicano tuvo también una gran trascendencia; se llevó a cabo desde las preparatorias del Este de Los Ángeles hasta la amplia red de universidades públicas. El resultado fue la creación de Estudios Chicanos, así como grandes avances en la cultura, el acceso a la educación bilingüe, el incremento de oportunidades para la educación superior, y un sobresaliente florecimiento de las humanidades y las artes sobre temas chicanos.

Otras consecuencias transcendentales del activismo del Movimiento fueron, por un lado, el surgimiento de toda una generación universitaria, la consolidación de una clase media sólida, así como de un grupo empresarial importante.

Por otro lado, en la esfera política, antes del Movimiento Chicano los puestos políticos estaban ampliamente dominados por anglosajones con pocas excepciones como la del congresista Edward Roybal, miembro del Consejo de la Ciudad de Los Ángeles, y desde 1963 (por 3 años) el legislador de la Cámara de Representantes del gobierno federal estadounidense (Maciel y García, 2017). A partir de la década de 1980 muchos de los jóvenes que se unieron al movimiento en California se convirtieron en políticos (o en líderes de organizaciones sociales/cívicas).

Un ejemplo fue Esteban Torres, activista sindical. El presidente Jimmy Carter lo nombró embajador ante la UNESCO y, más tarde, asistente especial del presidente para Asuntos Hispanos. En 1982, Torres fue elegido miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos y cumpliría ocho mandatos para su distrito en el sureste del Condado de Los Ángeles (Johnson, 2019). Torres se convirtió en un orgulloso defensor de los ideales del Partido Demócrata.

Otro caso fue el de Gloria Molina, la primera chicana electa como legisladora en la Asamblea de California en 1982. En 1987, Molina fue la primera latina elegida y solo la tercera persona de ascendencia mexicana en formar parte del Consejo de la Ciudad de Los Ángeles (Online Archive of California) hasta 1991. En febrero de 1991, fue elegida para la Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles, en representación del Primer Distrito de Supervisión.

Antonio Villaraigosa, de ascendencia mexicana, fue elegido Alcalde de Los Ángeles tras las elecciones del 17 de mayo de 2005. Fue el primer alcalde latino de Los Ángeles desde 1872. En el servicio público, Villaraigosa ha ocupado el cargo de miembro de la Asamblea Estatal de California por el 45º distrito, así como los de Portavoz de dicha Asamblea y miembro del Consejo de Los Ángeles por el 14º distrito. Antes de haber sido elegido para un cargo público, Villaraigosa había tenido una larga carrera en organizaciones de trabajadores. 

En el año 2016, por primera vez en la historia de la Legislatura de California el liderazgo de ambas Cámaras recayó en dos latinos y de origen mexicano: el Senador Kevin de León, Presidente Pro Tempore del Senado y el Asambleísta Anthony Rendon, Presidente de la Asamblea en California. Además, 1,377 latinos se encontraban en puestos estatales, locales y federales en California, la mayor cifra después de Texas (Nagourney y Medina, 2016). También existe un número creciente de alcaldes de origen mexicano, como Eric Garcetti en Los Ángeles y recientemente el importante puesto de Fiscal General de California está en manos del Chicano Xavier Becerra, excongresista nacional.

En California, los demócratas ejercen un firme control y los latinos son una parte esencial y creciente de sus bases. Cabe mencionar que varios cambios notables en California contribuyeron significativamente en la presencia de un mayor número de políticos latinos. Un primer factor fueron los cambios dentro del Partido Demócrata en el estado, ya que este partido ha buscado ampliamente su base electoral, reconociendo los importantes cambios demográficos en dicho estado, a través del apoyo de candidatos latinos bien preparados y versados en la política, para varios puestos estatales importantes (Maciel y García, 2017).

Otro factor que contribuyó a la presencia de latinos en la arena política fue el rediseño de los distritos electorales, resultados del aumento de la población reportado por el Censo de 1990, en donde claramente se reconoció el aumento demográfico de los latinos, y permitió la consolidación de distritos electorales con población mayoritariamente latina (Maciel y García, 2017). 

Después de la proposición 187 de 1994  que negaba derechos elementales  como educación y servicios de salud a los indocumentados y a sus hijos; además ordenaba que la policía, trabajadores de la salud, maestros y trabajadores sociales revisaran el estatus migratorio, incluso de niños y reportaran a los indocumentados al Servicio de Inmigración y Naturalización (INS por sus siglas en inglés), se  desencadenaron fuertes sentimientos antiinmigrantes y sobre todo antimexicanos, el partido republicano quedó prácticamente sepultado y estigmatizado como el partido anti-latino y anti-mexicano perdiendo la mayoría en ambas cámaras, así como la gubernatura estatal, desde entonces los latinos tienden a ejercer su voto en favor de este partido, lo que les da poder y representación.

Además, generó una movilización en la comunidad chicana-latina que fue el bautizo político de una generación de jóvenes activistas que lucharon contra la proposición 187 – quienes subsecuentemente se incorporaron de lleno a la política; así como en puestos clave y de toma de decisiones.

Existe en California una generación actual de políticos latinos, en su mayoría de origen mexicano (entre los 38 y 60 años) en el poder que tienen mucho en común: tal es el caso de tener orígenes familiares modestos, ser parte de los migrantes de primera generación, y algunos hijos de padres que originalmente llegaron a Estados Unidos como indocumentados; por lo que el tema de migración es para ellos una cuestión eminentemente personal. Asimismo, se trata de una generación bilingüe y bicultural que logro movilidad social a través de la educación pública. Estos políticos obtuvieron títulos académicos de prestigiosas universidades norteamericanas (Maciel y García, 2018). Subsecuentemente, su carrera política se desarrolló en los 90 como parte del equipo de otros políticos demócratas ya establecidos; aunque también la gran mayoría de ellos se iniciaron como activistas en contra de la Proposición 187.

Algunos asambleístas y senadores latinos se han convertido en promotores de leyes pro inmigrantes entre los que destacan: Kevin de León, Lorena González, Wendy Carrillo, María Elena Durazo, Roger Hernández, Eduardo García, Ricardo Lara, Luis Alejo, entre otros, quienes han creado y aprobado leyes en los últimos años a favor de los inmigrantes, tales como licencias de conducir, cobertura de salud para inmigrantes indocumentados, pago de horas extras, becas estatales para estudiantes universitarios indocumentados, el Acta de Confianza que impide que los policías locales y de los condados colaboren con el Immigration and Customs Enforcement (ICE) en la detención de inmigrantes indocumentados que no han cometido delitos serios, evitando su deportación, la ley AB 1024 otorga la oportunidad a profesionales sin documentos a obtener una licencia para practicar la ley en California siempre y cuando aprueben el examen de abogacía para ejercer, independientemente de su estatus migratorio; el derecho a tomarse días para curarse de una enfermedad con la seguridad de que conservarán su empleo; ley contra el robo de salarios; se prohíbe a los empleadores utilizar el sistema E-Verify como una herramienta para intimidar a los trabajadores inmigrantes, entre otras importantes medidas (Medina, 2017). 

La ley conocida como SB54 (California Values Act) fue presentada por el entonces presidente del Senado, Kevin de León que declara a California como “estado santuario” en diciembre de 2016, antes de que tomará posesión Trump. 

Las principales iniciativas y leyes presentadas por el estado de California en las dos últimas décadas, son la prueba fehaciente de que en contraste con lo que sucede con otras entidades de los Estados Unidos, California es hoy por hoy un caso único y excepcional, convirtiéndose en el estado que más protege y defiende a todos sus inmigrantes, independientemente de su estatus migratorio, con innovadoras leyes y medidas que tienen como finalidad ofrecer mejores condiciones de vida y un trato justo e igualitario a todos los migrantes que viven en este estado.

 

Reflexiones

El México del siglo XXI se beneficiaría mucho de contar con un conocimiento más actualizado acerca de la comunidad chicana en Estados Unidos. Sería relevante que la sociedad mexicana apreciara a sus connacionales en Estados Unidos, no solo por la cantidad de remesas que envían anualmente. En el lapso enero-octubre de 2019 alcanzaron un monto de 30 mil 067 millones de dólares, la suma más alta para un mismo periodo desde que se tiene registro, de acuerdo con las cifras publicadas por el Banco de México. También es importante conocer su historia y cultura; así como reconocer que son una extensión de México fuera del país. 

La academia chicana mucho podría aportar para lograrlo, se podría establecer el enriquecimiento e intercambio de capital humano, social y cultural en ambos lados de la frontera.

Finalmente, es importante generar el desarrollo de las relaciones entre la comunidad chicana y México, para lo cual se deben considerar las siguientes acciones:

  • Desarrollo de mecanismos de solidaridad mutua.

  • Promover la enseñanza de Estudios Chicanos en México.

  • Incluir cursos de Estudios Chicanos en las Universidades de México.

  • Promover la colaboración e intercambio estudiantil y académico entre instituciones de educación superior.




Referencias 

Bibliografía

BUSTAMANTE, Jorge (2019). Conferencia Internacional 50 Aniversario de la creación de Centro de Estudios Chicanos, 10 al 12 de octubre de 2019, en el Colef, Tijuana, Baja California, México.

CRUZ-MANJARRÉZ, Adriana (2015). “Experiencias identitarias de la segunda generación de zapotecos en California”, Levine Elaine (Ed). Experiencias migrantes indígenas mexicanos y guatemaltecos en Estados Unidos, CISAN-UNAM.

DURAND, Jorge y MASSEY, Douglas (2003). Clandestinos. Migración México-Estados Unidos en los albores del siglo XXI, Universidad Autónoma de Zacatecas – Miguel Ángel Porrúa, México, D.F.

GUTIÉRREZ, David G. (1995). “¿Sin fronteras? The Contemporary Debate” en Walls and Mirrors. Mexican Americans, Mexican Imigrants, and the Politics of Ethnicity, Berkeley University of California Press.

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