Por: Lorena Arroyo ~ Univision ~ 17 Junio 2019
Una mexicana que tuvo que despedirse de su padre fallecido por videollamada; un surcoreano que está a punto de renunciar a DACA para poder estudiar en una de las mejores escuelas de negocios del mundo. Estas son algunas de las historias que han escuchado los congresistas de boca de una delegación de dreamers que viajó a Washington para pedir que les restauren el advance parole.
Mayra Garibo (con traje negro y camisa blanca) fue una de las dreamers que contó su historia a los congresistas en Washington.Crédito: Lorena Arroyo
WASHINGTON DC.- Cuando a Mayra Garibo le dijeron que su padre había fallecido repentinamente en un accidente en México, la joven de 26 años solo pensó que tenía que encontrar la manera de regresar a su país natal para poder darle el último adiós.
"En ese momento todo lo que pensaba era ver a mi papá después de 18 años. No tenía otra cosa en mi mente", recuerda la joven. Por eso, tras reunirse con su madre y sus hermanos en Los Ángeles, la ciudad donde residen desde que llegaron a EEUU en 2001, corrió a ver a un abogado.
Garibo es una dreamer con DACA (el programa que protege de la deportación a unos 700,000 jóvenes indocumentados que entraron siendo niños a Estados Unidos) y, aunque cuando falleció su padre el 11 de enero de 2018 un juez de San Francisco acababa de bloquear la decisión del presidente Donald Trump de cancelarlo, la corte no había reinstaurado el advance parole, un permiso especial que permitía a sus beneficiarios viajar al extranjero.
Eso, en la práctica, significó un muro para la mexicana. Pese a que reunió rápidamente todos los documentos necesarios para demostrarle al gobierno que necesitaba viajar a su país por motivos humanitarios para enterrar a su papá, en la oficina de Oficina de Naturalización y Servicios de Inmigración (USCIS) le dijeron que esa ya no era una posibilidad para los dreamers.
"Tuve que llamar a mi tía para decirle que no me habían dado el permiso para despedirme de mi papá. Yo hice videollamada y pude ver la misa nada más", recuerda. "Pero fue muy difícil que mi papá había fallecido y mirarlo ahí en el ataúd y no poder estar ahí".
"No quisiera que otros dreamers pasaran por esto"
Garibo ya no volverá a ver a su padre. Pero, desde ese día, la joven nacida en Matazlán (Sinaloa) y que se ha graduado recientemente en Administración y Dirección de Empresas no ha parado de luchar. Por un lado continúa apelando al gobierno para que tome en consideración su advance parole para poder viajar a México y ver a sus abuelos antes de que fallezcan y por otro está tocando la puerta de sus representantes para que promuevan el restablecimiento de los permisos especiales de viajes para los beneficiarios de DACA.
"Yo no quisiera que otros dreamers pasaran por esto. Es duro perder a un familiar, a un padre, a una madre, pero (más duro es) saber que esta decisión de estar con ellos no es tuya", le dijo a Univision Noticias en Washington DC, donde estuvo recientemente con una delegación de 40 beneficiarios de DACA de todo el país para cabildear por su causa.
Durante cuatro días, los jóvenes se dedicaron a promover su causa en el Capitolio: desde talleres informativos a reuniones con legisladores y miembros de sus equipos o simplemente charlas en los pasillos con los congresistas y senadores con los que se encontraban y quisieran escucharlos.
"Queremos mostrar que hay mucha urgencia por el advance parole", explica Andrea Guevara, una dreamer originaria de Guanajuato (México). "Para eso les contamos historias como la de Mayra que miró el funeral de su papá por Facetime en su teléfono. Y por razones educativas Jason tiene una historia muy interesante".
El dreamer que renuncia a DACA por su sueño de estudiar
Guevara se refiere a Jason Hong, un estudiante de origen surcoreano que está a punto de renunciar a DACA para irse a estudiar un máster en una escuela de negocios en Madrid (España).
"Iré a una escuela con mucha reputación. Es una de las mejores del mundo y, al menos, una vez que salga, mi estatus migratorio no será el que determine mi futuro", le dice Hong a Univision Noticias. El joven, que reside en Nueva Jersey, tiene previsto salir la primera semana de agosto del país. Si para esa fecha no consigue un permiso del gobierno para hacerlo, caerá sobre él la conocida como 'Ley del castigo', por la que no podrá regresar el diez años al país por el tiempo que ha estado indocumentado.
"No creo que pueda volver en los próximos 10 años, pero estoy tratando de averiguar si hay una mejor manera de volver pidiendo un waiver (exención). Es algo que antes los beneficiarios de DACA podían hacer. Espero que EEUU haga algo para los dreamers", dice.
Para este estudiante surcoreano que llegó a EEUU en 2001 con su madre y su hermana, es la primera vez en Washington DC haciendo lobby. Y aunque se siente agradecido por los congresistas que dedicaron tiempo a escuchar sus historias, dice estar también frustrado.
"Tengo sentimientos encontrados. Dicen que les importamos, que quieren hacer algo, pero esto ya lleva así mucho tiempo. Yo ya llevo así más de 18 años. Agradezco las palabras pero si no se toma una acción no nos ayudan", afirma.
"Usen el poder de su voz"
Hong asegura que la mayoría de las personas con las que hablaron en el Congreso eran demócratas que contaban con la ley HR-6 para legalizar la permanencia de los dreamers, que aprobó recientemente la Cámara de Representantes. Sin embargo, el joven cree que esa iniciativa tiene "muy pocas posibilidades" de pasar en el Senado. " Y nadie sabe si la administración Trump seguirá el periodo que viene. Así que con todas estas incertidumbres, siento que ya no puedo esperar más", añade
Él fue uno de los jóvenes que le pudo hablar de su caso a la congresista de California Lucille Roybal-Allard. Aunque el grupo suele dividirse para las reuniones, nadie quiso perderse este encuentro con la legisladora que promovió el Dream-Act original y también la HR-6.
Tras escuchar las historias de varios dreamers, Royball-Allard dijo lamentar mucho por lo que están pasando y también aseguró entender lo frustrante que debía ser para ellos la sensación de no tener control de sus vidas, algo que definió como "inexcusable".